El pasado 19 de mayo, estrellas de
Hollywood y miembros de la realeza británica se unieron para acompañar al
Príncipe Harry y la actriz Mehgan Markle en la emotiva ceremonia con la que
celebraron su unión matrimonial.
El evento, que se llevó a cabo en el
castillo de Windsor, contó con 600 invitados especiales pero tuvo gran
repercusión en todo el mundo a través de las cadenas tele visivas y las redes
sociales, además de las más de 100 mil personas que se hicieron presentes en
las calles de Windsor para aclamar a los ahora Duques de Sussex.
Para la ceremonia, la flamante novia
sorprendió con un look sencillo y natural, alejado de los ornamentos que se
supone debe llevar el vestido de una boda real. Diseñado por la inglesa Clare
Waight Keller para Givenchy, el traje llamó la atención por su estilo
minimalista, sin apliques ni bordados, un verdadero guiño de autenticidad por
parte de la novia, que demostró que lo más importante en ese momento era ser
fiel a sí misma.
El vestido elegido por Meghan confirma la
regla que indumentaria afirma que menos es más. Al esperado blanco impoluto con
el que fue confeccionado (puesto en duda por quienes no lo consideraron
adecuado por tratarse de un casamiento en segundas nupcias) se suman detalles
sutiles como las mangas tres cuartos, el escote barco, la cintura ceñida y un
poco de volumen en la pollera, ítems que remarcan la silueta de la novia. El
verdadero protagonismo quedó reservado para el interminable velo que llevaba
bordadas en sus extremos una flor representativa de cada uno de los 53 países
que confirman la Commonwealth. Para completar el look, la actriz se inclinó por
un maquillaje suave y natural, aros de Cartier y el pelo en un recogido
descontracturado sobre el que descansa una tiara de filigrana de diamantes
propiedad de la reina Mary de Teck creada en 1932.
Más tarde, los Duques de Sussex cambiaron
el vestuario para dirigirse hacia Frogmore House, una casa de campo adyacente
al castillo de Windsor donde el príncipe Carlos ofreció una recepción en su
honor. En este caso, la novia apostó nuevamente por una diseñadora británica,
Stella McCartney, quien creó para la ocasión un vestido largo confeccionado en
crepe de seda blanco, con escote halter y espalda descubierta, una nueva
propuesta sobria, elegante y sensual.
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