Sinónimo de alta costura, Monique Lhullier presentó en New York una colección muy fresca y volátil.
Los vestidos largos marcaron la pasarela, en tonos delicados como nude y coral, con bordados y sobrefaldas con apliques.
El color también tuvo su lugar con una estridente combinación de coral, rojo y naranjas que juegan su propio juego y se combinan de manera diferente pensando siempre en atraer al público.
El final del desfile lo marcaron los tornazoles y degradés dentro de la misma gama. Acompañando las polleras con mucho vuelo, los escotes se renuevan constantemente en modelos strapless, con un solo hombro, o los nuevos tops.
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